Como internacionalista, mi análisis parte del rol fundamental que históricamente ha jugado la banca en la consolidación de la economía mexicana, la cual se enfrenta al reto de redistribuir la riqueza (alrededor del 50% de los 110 millones de mexicanos según cifras del Banco Mundial viven en la pobreza) y de plantarle cara a la crisis apoyándose en servicios financieros creativos, diferentes, y que sean propios de la globalización de los mercados en los que estamos inmersos.
De entrada, el sector bancario mexicano ha pasado por varias etapas de nacionalización y privatización que han dado como resultado una industria complicada y competida, en donde “las reglas cambian constantemente” y en donde es difícil para los bancos reposicionarse como marcas confiables, sólidas y transparentes, elemento que, sin duda, hace más interesante nuestro análisis.
Los cinco portales elegidos como objeto de estudio corresponden a igual número de empresas del giro y reflejan la naturaleza del sector bancario mexicano contemporáneo, caracterizado por el predominio de la propiedad extranjera de la banca doméstica: Banamex (Estados Unidos); BBVA Bancomer (España); Santander (España); Scotiabank Inverlat (Canadá) y Banorte (México).
Rescatemos dicho esquema:
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